El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es la afectación de las estructuras encefálicas en personas que, habiendo nacido sin ningún tipo de daño cerebral, sufren en un momento posterior de su vida lesiones cerebrales que llevan a una afectación del funcionamiento cognitivo, emocional, conductual y/o físico.
El pronóstico de una persona con Daño Cerebral Adquirido depende de muchos factores. Desde el momento de la lesión resultan clave los dos primeros años en los que se debe realizar toda la rehabilitación posible. En ese período observaremos la evolución de la persona con DCA y se podrá establecer claramente las secuelas definitivas y su gravedad.
Transcurridos una media de 24 meses desde la lesión las secuelas comenzarán a estabilizarse y se iniciará la fase crónica del daño cerebral. Este dato es una aproximación, ya que variará en cada caso según la rehabilitación recibida, la lesión, las secuelas, la edad de la persona... Sea como sea, cuando se estabilizan las secuelas se debe seguir realizando trabajo de rehabilitación enfocado a mantener los progresos alcanzados. Raramente podremos volver atrás. Aunque lo deseemos. Lo que tenemos por delante es vida y, aunque cueste adaptarse, es posible ir construyendo un nuevo proyecto vital que merece ser vivido.
Por eso, en este momento se trata de promover la inclusión social: aprender a vivir con las secuelas del daño cerebral, volver al empleo; o a otro empleo diferente, buscar recursos que permitan promover la autonomía personal de la persona con daño cerebral.
A propuesta de la Federación Española de Daño Cerebral cada 26 de octubre se conmemora el Día del Daño Cerebral Adquirido. En agosto de 2007 el Consejo de Ministros oficializó la fecha y desde entonces se ha transformado en un espacio de reivindicación para todo el colectivo de las necesidades de atención de las personas con daño cerebral y sus familias.
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